Pancho envió la conferencia de Frank David
Bedoya, sobre Estanislao Zuleta.
Estanislao
Zuleta:
El pensamiento más alto de la vida
Texto completo de la conferencia de Frank David
Bedoya Muñoz
pronunciada en la Red Juvenil de Medellín el 09/03/2010
Fernando opinó: Gracias, Pancho. Me interesaron estos apuntes biográficos sobre Zuleta,
con quien coincidí en Cali en 1975-76, y a quien respeté y admiré toda
la vida. En ese entonces estaban también por allá Jorge Vallejo y María
Teresa Garcés. Y, claro, Germán Colmenares. Todos ellos insustituibles.
Por ahí hay (en la conferencia) dos errores tipográficos que valdría la pena corregir. Uno, que anota como año de la muerte 1970: es 1990. Y dos, que este aparato en el que ahora todos escribimos, que es traicionero, cambió "ávido" por "habido". Estoy seguro que fue el aparato, que hace ese tipo de jugadas miserables. El trueque está al final de la conferencia, pero, cuando quise encontrarlo, claro, se escondió. Son dos bobadas, pero es mejor desaparecerlas antes de que algún académico lea el texto. Porque no hay que darle gusto a los académicos. Jamás.
Cuando murió Zuleta, yo trabajaba en "la Prensa". Esa noche, al filo de
las 11 y en la inminencia del cierre, escribí muy a la ligera, y
conmovido por su desaparición temprana e inesperada, un "Tópico", como
se llamaban los comentarios editoriales del periódico, que no dice mucho
pero que marca mi desolación de ese momento. Luego lo recogí en mi
libro "Banquete de Cronos", del cual se vendió un ejemplar: el de mi tía
Berta. Le he pedido a ella que me lo dicte. Lo hizo con paciencia que
le agradezco. Y dice así:Por ahí hay (en la conferencia) dos errores tipográficos que valdría la pena corregir. Uno, que anota como año de la muerte 1970: es 1990. Y dos, que este aparato en el que ahora todos escribimos, que es traicionero, cambió "ávido" por "habido". Estoy seguro que fue el aparato, que hace ese tipo de jugadas miserables. El trueque está al final de la conferencia, pero, cuando quise encontrarlo, claro, se escondió. Son dos bobadas, pero es mejor desaparecerlas antes de que algún académico lea el texto. Porque no hay que darle gusto a los académicos. Jamás.
"Fue una especie contemporánea de Tolstoi, con su abundancia y su exhuberancia. Vivió en medio de teoremas y de conceptos. Maestro de pocos y profesor de muchos, esos pocos saben hoy que pensar es un oficio en libertad, que los dogmas pueden rebatirse, que el límite de la idea no es otro que el infinito. Fue un iluminado. Guía de sus contemporáneos, contestatario de sus contemporáneos, ácido para ellos y para ellos amable e insustituible, Estanislao Zuleta dejó de ser pero no dejará nunca de pensar, de proponer, de debatir, de contradecir. Murió muy joven para morir, con un libro en la mano y un cronopio en el rictus de la muerte. Zuleta, cuánta falta va a hacernos con sus ideas generales y con sus ironías, con sus simplificaciones y sus honduras profundas, insondables.
En fin, eso. Nuestra tarea es la de reconstruir un país alrededor de figuras libertarias, como la de Zuleta, no cortadas y recortadas por el fascismo y las matemáticas, como las de otras personas. Pero ese es otro cantar.
Gracias, Frank David Bedoya, y gracias de nuevo, Pancho
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Estanislao Zuleta:
El
pensamiento más alto de la vida.
Texto
completo de la conferencia de Frank David Bedoya Muñoz pronunciada en la Red
Juvenil de Medellín el 9 de marzo de 2010.
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La vida y obra
de Estanislao Zuleta en Colombia, fue la realización más exacta y
contundente de la siguiente exhortación de Nietzsche: “¡Sea vuestro amor
a la vida amor a vuestra esperanza más alta: y sea vuestra esperanza
más alta el pensamiento más alto de la vida!”[1]
En uno de sus
cuadernos Estanislao Zuleta escribió:
“Lo único que
tiene importancia en mi vida es el pensamiento. No importa cómo haya
tenido lugar un pensamiento: si en el alcohol, contra el alcohol o al
margen del problema; si en crispada lucha moralista-sartreana contra la
«vida imaginaria» o en medio de una fantasía; si en la desgracia, el
duelo, el sufrimiento o en la dicha: lo que importa es el pensamiento
mismo, su diferenciación y su articulación, su mutación y continuidad.
Es esto lo que realmente tiene historia, constituye una historia; todo
lo demás, amores, desengaños, períodos de alcoholismo, borracheras de
«acción política» o actividad lúcida con encuentros, con grupos o sin
grupos, con amistad (inspiradora) o sin ella; todo es secundario y
derivado, es decir, relativo al papel que pueda haber desempeñado en el
proceso de pensamiento.”[2]
La lucha
ejemplar de Estanislao Zuleta: haber logrado que toda su existencia
fuese el pensamiento más alto de la vida.
Aquel chico
autodidacta, que desafió el sistema educativo, con la ayuda de su
maestro Fernando González y con la lectura apasionada de La montaña
mágica de Thomas Mann, se convirtió en uno de los más grandes
pensadores y maestros que ha tenido Colombia.
Efectivamente
su vida se puede caracterizar así: amores, desengaños, períodos de
alcoholismo, borracheras de «acción política» o actividad lúcida con
encuentros, con grupos o sin grupos, con amistad (inspiradora) o sin
ella… Pero, como él mismo lo dijo, todo esto fue circunstancial, lo
único que tuvo importancia en su vida fue el pensamiento.
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* *
La presente
conferencia, en primer lugar, ofrecerá un recorrido -por algunos
acontecimientos, no todos- de la vida de Estanislao, lo que él llamaba,
lo secundario y lo derivado, pero que
desempeñó un papel fundamental en el proceso de lo crucial. Dicho de
otra manera, observaremos el periplo de un hombre, donde todo lo que
vivió, sirvió como acicate para un único fin en su existencia. Para lo
anterior, iremos de la mano, de su biógrafo y amigo Jorge Vallejo
Morillo, con su texto: La rebelión de un burgués[3].
Y en segundo lugar, realizaremos un primer acercamiento a lo crucial, a
lo decisivo, a lo único que tuvo importancia en su vida, -ya lo hemos
dicho-: el pensamiento.
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Amores.
Ahora que
hablaremos de amores, quiero confesar primero, mi amor y admiración por
Estanislao Zuleta. Al igual que las vidas de Simón Bolívar
y de Fernando González, la vida de Estanislao Zuleta, se suma a las
pocas vidas en Colombia, que uno desearía prolongar, ellos hacen parte
de los pocos modelos de identificación que uno puede encontrar en este
país. Bueno… y además, Estanislao Zuleta tenía 4 cosas que tengo yo, 1)
nació un 3 de febrero, 2) le gustaba mucho beber, 3) era muy mal
administrador del dinero, y 4) lo que más le gustaba en la vida era
leer. Excúseme la pretendida comparación, pero no podía dejar decir los
cuatro rasgos que ya tengo…. ¡Sólo me faltan dos, convertirme en un gran
maestro y un gran pensador!
El amor más
grande que tuvo Estanislao fue el de su madre, como ya es bastante
conocido, su padre murió en el accidente del 23 de junio de 1935, en el
aeródromo de Medellín, donde se chocaron dos aviones, aquel accidente
donde morirían también Carlos Gardel y otras
personalidades de Medellín. Su madre, se convertiría en su principal
cómplice y lo apoyó siempre en todas su decisiones, así fueran tan
controvertidas y contrarias a las convencionales costumbres burguesas,
por ejemplo, la de abandonar el colegio para dedicarse a leer.
El amor por
los libros.
Nos cuenta
Vallejo Morillo, que fue Fernando González, quien le mostró a Estanislao
Zuleta el mundo de los libros: “Por lo general, González era el de la
sugerencia de autores y libros. Su influencia sobre Estanislao, sin
embargo, no era tanto, por las ideas de los textos como
por su presencia misma, por la manera de ser de ese individuo delgado,
burlón, con la cara triangulada como de genio. […] Le enseñó al joven
Estanislao a leer a Schopenhauer, a Dostoievski y a Nietzsche, en su
propia biblioteca o caminando por ahí, por los senderos de Otraparte.”[4]
Pero fue un
libro en especial, el que marcó definitivamente su vida, La montaña
mágica de Thomas Mann. Un poeta amigo de su madre se lo regaló
diciéndole que tomara esa obra en serio, y Estanislao así lo hizo y ¡de
que manera!
Volvamos a la
tensión con el estudio escolar, Vallejo Morillo nos relata: “Estanislao
Zuleta terminó su instrucción primaria por pura inercia, por físico
cansancio, con total falta de ganas. No le gustaba para lo que hacía, se
le alborotaba el asma, se agitaba. […] Terminó la primaria ya viejo
para el promedio de edad: once-doce años. […] A los trece ingresó por
fin al bachillerato en el liceo de la Universidad Bolivariana. […]
Finalizando el año, el rector Henao citó a Margarita para que acudiese a
su oficina. Le encareció llevarse a ese muchacho para otra parte, que
por favor se lo lleve porque no dejaba trabajar a sus profesores, que
parecía saber más que San Agustín, que agradeciera que no lo expulsaba
en consideración a esto y a lo otro. Pasó al liceo de la Universidad de
Antioquia. Otros dos años la misma perdedera de tiempo. En 1951, a la
edad de dieciséis años decidió ponerle fin a tanto dogmatismo y tanta
aprendedera de cosas sin oficio. Le comunico su decisión a su madre;
Margarita consultó con Fernando Isaza. Hubo revuelo grande. Tan grande
que parecía que iba a romper para siempre los vínculos con la parentela.
Fernando Isaza, un poco más sereno, reunió en su casa a toda la familia
y les dijo: Estanislao no necesita seguir en el colegio porque el
colegio le quita tiempo para sus estudios, además yo lo apoyo y me hago
responsable. […] Ahora podría disfrutar de los aires frescos de Fernando
González, de las gracias de León de Greiff, de las angustias que vivía
con sus amigos; ahora tendría que ser consecuente consigo mismo y
propender a su altísima existencia viviendo, como sus maestro, a la
enemiga.”[5]
Estanislao, el
chico que no terminó el bachillerato, pero que al lado de Fernando
González, inició el camino más profundo del conocimiento, y el que fundó
el más grande amor por los libros. Más tarde Estanislao Zuleta
expresaría: “En realidad mis preocupaciones en el orden cultural
comenzaron de una forma completamente independiente de mis relaciones
con la escuela, a través de las lecturas. Y lo que comenzó por ser
independiente terminó por ser incompatible en muy breve tiempo: Esas
lecturas tienen inicialmente dos nombres: Dostoievski y Thomas Mann.
Luego vinieron Sigmund Freud y Carlos Marx. Sartre, Nietzsche,
Kierkegard. Merlau-Ponty y Camus vendrían a ampliar el listado.”[6] Con sus amigos, organizó centros literarios, se
inventaban una especie de juicios literarios donde evaluaban las obras.
Estudiaron con gran pasión El Capital, y después de igual
manera, emprendieron el estudio de la obra de Nietzsche y la de Freud:
el psicoanálisis.
El amor por la
política.
En 1953 se
realizó en Bucarest, la capital de Rumania, un festival mundial de la
juventud, auspiciado por los partidos comunistas. Estanislao Zuleta se
empecinó en ir con sus amigos, pero aún era menor de edad, su madre lo
dudó, pero como siempre, terminó consintiendo las ideas de su mimado y
controvertido hijo, y le dio el permiso. Allí, con sus amigos conocerían
sindicalistas, comunistas, y más bohemios… Después de Bucarest,
siguieron deambulando por París conversando y tomando vino. Vivieron de
aventura. Luego regresarían por Panamá donde fueron despachados por la
policía como peligrosos subversivos hacia Buenaventura. Estanislao ya
era un hombre de izquierda. Después Estanislao sería parte la célula
cuarenta del Partido Comunista. La célula llegó a tener trescientos
militantes y había obreros, sindicalistas y mineros. Estanislao llegó a
ser elegido como secretario de educación de la célula. Rápidamente él y
sus amigos fueron tildados de pequeños burgueses, por el dogmatismo de
siempre y decidieron fundar el FOE, Frente Obrero y Estudiantil, después
crean Arco, Asociación Revolucionaria Socialista y finalmente el PRS
Partido para la Revolución Socialista. Estanislao, siempre se distinguió
como el militante más académico, y quien ofrecería mejores conceptos
claves, provenientes de sus lecturas, para los acalorados debates de la
izquierda. Para ese entonces, -nos relata Vallejo Morillo-: “Hacía
principios de 1957, el mozo de veintidós años era un hombre, apuesto,
inteligente, de una memoria deslumbrante y de profundas cosmovisiones.
No tenía más títulos que esos.”[7] Y ya era un excepcional, autodidacta y militante radical de
izquierda, luego se fue para Bogotá y allí conformó un grupo de
intelectuales en la Universidad Libre.
El amor por
las mujeres.
En este
contexto de pasión por la política disfrutará de una nueva pasión. María
del Rosario Ortiz Santos, una hija díscola de la familia oligárquica de
los Santos. Ella se acercó a los ambientes revolucionarios, sólo por un
poco de rebeldía juvenil y en este medio conoció a Estanislao. Como nos
dice Vallejo Morillo, mientras que ella jugaba a la Revolución,
Estanislao creía en la revolución. Observemos el testimonio de aquella
chica, que jugaba a ser revolucionaria. Este testimonio además, nos
permite ver como fue la vida de Estanislao en ese entonces.
“No recuerdo
exactamente el momento, evento o charla en que lo conocí. Lo que sí
recuerdo es que apenas lo vi me subyugó. Los santitos y las santitas
veníamos haciendo oposición a la dictadura desde El Tiempo; yo
era revolucionaria pero dentro de los cánones de los Santos. Era una
juventud sin futuro pero que se sentía ama y señora de todo el mundo.
Recibíamos charlas de los economistas Jorge Child y Raúl Alameda y de
pronto se anunció a Estanislao. Él nos habló de Sartre, de Freud y de
Marx. Seguíamos en la lucha con eso de hojitas clandestinas, él escribía
y en cierta forma nos guiaba hacia donde debía conducir esa oposición.
El nombre de las hojitas era «Junio», en homenaje a los estudiantes que
habían sido asesinados por la dictadura. Bueno, yo quedo embarazada y
viviendo aún en casa de Hernando Santos. Un día se me aparece él y me
dice «vámonos para el Sumapáz, vamos a hablar con Juan de la Cruz
Varela, ya tengo el aval de Gilberto y de Filiberto». Allá en el páramo
se encontraban centenares de familias campesinas organizadas como
defensas armadas; muchos habían llegado de los llanos pues no habían
creído en las promesas pacifistas de Rojas. Eran campesinos sin
conciencia política distinta a la que les dictaba su necesidad de
tierra. La dirección del partido envió a Mario Arrubla, Mario Vélez y a
Estanislao Zuleta de algo así como instructores ideológicos. Tenía un
salario de sesenta pesos mensuales. Y nos fuimos, Zuleta se llevó casi
toda su biblioteca, especialmente a Hegel. ¡Esos pobres campesinos,
después de caminar largas horas en la noche de bajar leña, venían a
escuchar hablar de Hegel! En alguna ocasión subió Gilberto al páramo.
Vieira era muy amigo de Hernando Santos. Yo me había volado de casa sin
decir nada. Estaban preocupados por mí, Enrique Santos decía que el PC
me había enviado para pecar. Yo era una niña muy burguesa y sabía que en
casa no iban a aguantar el escándalo de mi embarazo, incluso tenía más
pretendientes; yo esperaba que la familia me enviaran los papeles para
sacar el pasaporte porque en esa época las mujeres no teníamos derechos
civiles y Enrique repitiendo que yo, en el Sumapáz, lo que hacia era
expiar mis pecados. Gilberto nos recomendó que nos casáramos, que le
estábamos dando mal ejemplo a los campesinos; Estanislao se enfureció
con Vieira por eso de la propuesta del matrimonio. Yo le pregunté a una
compañerita por su opinión… ¡qué va, me dijo, no se casen porque cuando
uno se casa ahí mismo le dan en la jeta! Nuestra presencia con los
campesinos duró como unos ocho meses, vivíamos comiendo papa y más papa;
cuando por alguna razón bajaba a Fusa, aprovechaba para comerme unos
tarros de salchichas Zenú o un chorizo. Esa fue toda la carne que
consumí en ese tiempo. Yo ya tenía que parir. Estanislao decidió que
teníamos que irnos para Medellín para eso y allá caímos, obviamente sin
cinco, a casa de Margarita. Ella, sermoneando, nos obligó a casarnos el
19 de mayo de 1958 en la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, en
Medellín.”[8]
Después de
compartir el trabajo con los campesinos y cuando se agotaron los
recursos económicos, la pareja se fue a vivir a Medellín. Estanislao
comenzó a vivir una vida burguesa y muy pronto se aburrió. Ella también
estaba ya cansada de jugar a la revolucionaria y comenzó a buscar
trabajo para alcanzar una estabilidad, pero esa estabilidad, no la
quería Estanislao. Vallejo Morillo, nos relata: “Despistado, desadaptado
y bohemio. Estanislao nunca tuvo un claro referente sobre las cosas de
la vida material y en particular sobre el dinero. Se gastaba en libros y
con los amigos todo lo que tenía. Llegaron otros dos hijos. Fue un
período muy tormentoso, de mucho trago, de trifulca de pareja. Zuleta
mostró celos donde no había amor.”[9]
María del
Rosario quería otra vida, en alguna ocasión le fue infiel a Estanislao
Zuleta, y se lo reconoció, nuestro biógrafo, nos cita un vez más el
testimonio de María del Rosario: “Dentro de la honestidad sartriana,
pensándome Simone de Beauvoir y pensándolo a él como Sartre le reconocí
otras relaciones, advirtiéndole que mi relación vital era con él y con
mis hijos. Él me dijo que tenía que hacerme un psicoanálisis. Fue
terrible. Hubo agresión física y ya eso no era ideología ni
psicoanálisis. Luego me dijo que en el fondo yo quería ser puta pero que
me reprimía y que si quería ser libre debiera darle rienda suelta a mis
deseos.”[10] Ella se fue, y luego Estanislao la demandó por abandono de
hogar y mandó a los niños a donde su madre. Sí, uno de los hombres más
libres e inteligentes de nuestras tierras, en esta ocasión no pudo
controlar sus celos y no aceptó la infidelidad de su mujer… Ya se que
las asistentes en este auditorio, estarán pensando que a Estanislao no
le alcanzó su inteligencia para dejar de ser un antioqueño machista. En
este punto, no quisiera agregar yo ningún comentario.
Después
aparecería una nueva mujer, Yolanda. Observemos el relato de Vallejo
Morillo:
“Apareció
Yolanda en su vida. Era una quinceañera divina. Se volvió loco, se quedó
mudo ante el hallazgo que lo subyugaba. La enamoró y la conquistó
enseguida; ella quedó como se dice, matada. ¡Sería el gran amor de su
vida, su pasión, su todo, su patria, su tierra del yo, su diosa, su
Diotima, la de Sócrates, la de Hölderlin, la de Musil. […] Se aprestó a
seguir sus pasos por donde fuera, por todos los caminos y aventuras
cuyos riesgos asumía sin conocerlos pero advertida. […] Ella, decidió
seguirlo y amarlo y lo hizo. […] Estanislao se vuelve a estabilizar
bastante cuando establece relaciones con Yolanda. […] Tuvieron dos
hijas, Yolanducha, en octubre de 1968, y Morella, en 1974. El grupo de
amigos siguió la vida. Libros por todas partes, estudio a todas horas,
amigos, bohemia y trago, problemas y soluciones. También enredos. La
vida se multiplicaba en sí misma. Cuando Estanislao se ligó con Yolanda,
ella asumió los tres hijos de él y se convirtió en una madre más que
adoptiva. Eran toda una familia. Margarita, la madre ayudaba con
platica, lo mismo las tías Velásquez. Estanislao no fue un niño mimado
desde el punto de vista material, simplemente no se daba cuenta de las
cuentas ni se angustiaba por eso.”[11]
Pero este
amor, también tendría su final Vallejo Morillo, continúa en su relato:
“Yolanda
González nunca se había limitado a ser una linda ama de casa y compañera
de aventuras intelectuales de su marido. Tenía su propio criterio sobre
la educación de los hijos y eso le había creado conflictos con Zuleta.
[…] No dejaba de amar a Estanislao, no; continuaba prodigándole cariñosa
compañía, le era por completo solidaria y lo entendía, pero ahora como
estudiante universitaria, y como mujer madura también, había adquirido
un serio compromiso y quería responder de manera independiente. Los
profesores de filosofía ofrecían otras interpretaciones, otras formas de
vivir la vida, eran otros hombres y nuevas bibliografías, de modo que
la academia también vino a presentarle otro mundo. Estanislao, un hombre
acostumbrado a extender larga y densa sombra sobre las mujeres de su
vida, no podía menos que percatarse de eso otro. Estaba celoso. Pero
Zuleta era también un hombre en evolución y veía con gusto y apoyaba las
iniciativas de su mujer; quería verla volar muy alto y alentaba sus
aleteos con todo el aliento de sus propios pulmones. […] Yolanda empezó
por conseguir su propio nicho y por ejercitar sus propias alas: quería
volar. Estanislao no estaba preparado para la ruptura y se deprimió
hasta el fondo de la botella.”[12]
Años después
del desengaño, y de muchas otras soledades de tipo político y académico,
como veremos más adelante, cuando Estanislao Zuleta descubre que su
soledad en este país es inevitable, vuelve a aparecer una nueva y última
mujer. Vallejo Morillo, nos relata la apasionada historia:
“Noelba olía a
humo de maderas orientales; esbelta y risueña, tenía una aura inquieta e
inquietante, su oscuro pelo corto contrastaba con su tez clara y suave
como tarde de primavera: caminaba siempre cargada de libros. Era una
joven estudiante de filosofía que se encontraba bajo una doble presión:
vivía un duelo amoroso y tenía que preparar su tesis de grado. Lo
primero era un drama existencial, lo segundo una angustia intelectual:
no se sentía firme para encarar la tarea. Ella tomó el curso de estética
que dictaba Estanislao y le pidió que le ayudara con su último trabajo
universitario. […] Estanislao invitó a Noelba a su feo apartamento para
iniciar las clases. Empezaron por Van Gogh, Gauguin, Toulouse y
compañía, se deslizaron luego a Kafka, Dostoievski y Nietzsche. Ella se
le pegaba todo el día. Hacían juntos las compras para la comida,
alquilaban películas, caminaban, montaban en bus, leían, miraban láminas
y diapositivas de los grandes museos, veían videos sobre pintura, los
programas del National Geographic, de Cosmos. Escuchaban conciertos para
piano de Beethoven, conversaban, discutían y peleaban. Ella muy bella,
joven. […] El profesor se entregó a su alumna-interlocutora con todos
sus restos, le apostó lo que le daba la vida a este último lance.”[13]
Por cuestiones
familiares Noelba tuvo que viajar a Palmira. Estanislao “se quedó
triste, y, por primera vez en su vida, se puso a esperar que el aparato
telefónico sonara. No sonó. Tal vez ella no alcanzó a entender lo que,
en ese momento, representaba para él. Cuando ella volvió para continuar
los estudios con su maestro, lo encontró, sumido en sus negruras,
borracho, hinchada la cara, abandonado de sí mismo.”[14]
*
* *
Borracheras
de «acción política» o actividad lúcida con encuentros, con grupos o
sin grupos, con amistad (inspiradora) o sin ella.
Ya antes,
mencionábamos las primeras acciones políticas, y la apuesta por la
formación de campesinos. Estanislao Zuleta desde siempre estuvo
convencido, de que el conocimiento era para aplicarlo, que su papel como
intelectual, no se reducía a las pasarelas de vanidades en la academia.
Ya vimos, como estuvo siempre dispuesto a cumplir tareas de formación.
Llevó la crítica y los pensamientos más complejos, a todas las personas
que habían sido excluidas, compartió lo que había aprendido en la
filosofía, en la literatura, en el marxismo, en el psicoanálisis. En
Sumapáz dio clases de historia de Colombia y marxismo a muchos líderes
campesinos.
En otra
ocasión, Estanislao, -por su prestigio, pues recordemos que no tenía ni
el título de bachiller-, consiguió un trabajo como profesor en un
colegio. Y luego de igual forma, unas clases en la Universidad Libre.
Con ello sobrevivía, pero a lo que más se dedicó con sus amigos en
Bogotá, fue a fundar círculos de estudio del Capital de Marx. Él tenía
muchas esperanzas de que estos círculos pasaran de lo académico a la
acción política, pero la realidad fue otra. Seguían siendo un grupo
reducido de intelectuales, algunos sindicalistas y no más. Era
simplemente, Estanislao el maestro de unos grupos reducidos, que luego
sin él, no se lograban organizar.
La vida en los
cafés y en las tertulias fue el escenario predilecto de Estanislao.
Vallejo Morillo nos cuenta: “Estanislao fue desde muy joven hasta el día
de su muerte un hombre de café; en ellos se sentía cómodo, eran su
ágora natural; en ellos conversaba a sus anchas, con los grupos afines,
con los variados filios que congregaba, con los emboladores y las
coperas, con un León de Greiff o con cualquier vecino de mesa amurallado
entre botellas de cerveza y cerros de libros. Eran los tiempos de la
bohemia, de la lectura, de la política y del trago.”[15]
En todas
partes que estaba Estanislao, conformaba grupos de estudio donde
enseñaba historia de Colombia, marxismo, literatura europea,
psicoanálisis. Como dice su biógrafo, la pasión de Estanislao desde su
adolescencia fue crear grupos de estudio.
Este
intelectual sin título alguno comenzaría hacer llamado por la academia,
llamado por las más prestigiosas universidades del país. Vallejo Morillo
nos muestra varios testimonios de los que presenciaron, el fenómeno
Zuleta en la universidad:
“Él llegó y a
los pocos días ya era el hombre de la universidad, copando la atención
de estudiantes y profesores. Zuleta invitó a una crítica de la
universidad, no sólo de la Santiago, de toda la universidad colombiana;
invitó a concentrarse en textos universales que encarnaban realmente la
cultura de occidente, incluyendo a los clásicos. Inició sus conferencias
con Platón, con Aristóteles, con los socráticos y en general con los
dramaturgos griegos, Sófocles, Esquilo. Todo esto era totalmente nuevo
en la universidad y en la ciudad. Una conferencia de Estanislao se
llenaba de tal manera que era muy difícil encontrar un puesto, se debía
escuchar desde los corredores. Luego vinieron Freud y Marx, Tolstoi y
Dostoievski. Las charlas de ese hombre se convirtieron en la cátedra
universal. […] Empezaron a circular los griegos, Freud,
Marx, Kant, Hegel, Nietzsche, Spinoza, Heidegger, Sartre, Schopenhauer,
los existencialistas europeos, Lacan y los grandes de la novela
decimonónica del viejo continente. Todos los prevenidos antes las
presuntas dificultades de esos textos quedaron sorprendidos ante la
facilidad con que Zuleta los presentaba.”[16]
“Hablaba de
todo; un día hablaba de Nietzsche, otro de Marx, otro de Freud, luego de
Dostoievski. Eso se fue llenando de estudiantes. La gran capacidad de
Zuleta, su personalidad y su cultura contrastaba con la mediocridad de
los profesores que nadaban repitiendo cositas de libros. Sus clases eran
impresionantes; no solamente se llenaba con los estudiantes
matriculados en Economía, gente de toda la universidad asistía a punto
de que muchas de esas clases debieron ser trasladadas al teatro de la
universidad.”[17]
Estanislao,
probó con su experiencia, que la relación con el conocimiento estaba más
allá de las aulas represivas, dogmaticas y burocráticas del fracasado
sistema educativo del país. Un hombre que sin título alguno, ascendió a
las cumbres más altas del conocimiento, como nunca nadie lo había hecho
así por estas tierras.
*
* *
Desengaños.
Estanislao
Zuleta, como un guerrero infatigable del conocimiento se dio cuenta que
estaba solo. Los militantes de izquierda no dejaron de ser los
dogmáticos evangelizadores de una nueva verdad. Los académicos no
dejaron la esterilidad y vanidad de sus burocracias universitarias. Los
políticos que consultaban a Estanislao sobre Derechos Humanos y
democracia, luego seguían con sus políticas de exclusión tiranías e
ignorancia, Colombia se hundía en el precipicio de la muerte. Y
Estanislao en la más profunda soledad. Sus desengaños estaban
profundamente enmarcados, en la dramática y constante comprobación de
que sus compatriotas, no sólo no escogían el pensamiento como forma de
acción, sino que lo tomaban, como otra forma de vanidad y siempre para
no cambiar nada. La vida pequeño burguesa, pretendió esclavizar a
Estanislao dándole títulos honoríficos tan solo, para que se volviera un
profesor de horarios y burocracias. También como académico, fue
contratado por el gobierno para discernir sobre política, para luego no
tener en cuenta nada de lo que Estanislao proponía. Pero él, no creyó en
esas trampas de estabilidad institucional y laboral, y se quedó en su
soledad, sus libros y su licor.
*
* *
Períodos de
alcoholismo.
No pretendo
acá, hacer una exaltación del alcoholismo, ni mucho menos, ya sabemos
que eso trae más problemas que comodidades. Pero como acá no añoramos
santos, sino bohemios, pues que venga la embriaguez.
Su propensión
al alcohol fue muy temprana, valga decir, fue criado en Antioquia,
Vallejo Morillo nos dice: “Él había nacido en un medio anegado de
aguardiente, era bisnieto de un minero, era un paisa hijo de paisas, los
amigos de la familia y los suyos propios eran bebedores, empedernidos
unos, circunstanciales otros.”[18]
Nos cuenta
también su biógrafo, que de cuando en cuando más adelante en su vida
adulta, Estanislao Zuleta se dirigía a la universidad a dictar clases
con una canequita de vodka, de ron, o de aguardiente o de brandy. La
sociedad moralista burguesa, los académicos pulcros y beatos se
escandalizaban, pero Estanislao con todo y alcoholismo, era el mayor
maestro y era superior a todos los doctos juiciosos; Estanislao
necesitaba la embriaguez, y nada ni nadie se lo podía impedir. Para las
universidades era un privilegio tener a Estanislao Zuleta así fuera un
bebedor, acá el bohemio, por su pensamiento, le ganó a las reglas de la
moral puritana burguesa y a la razón instrumental.
Después de la
ruptura con María del Rosario, Estanislao siguió con sus lecturas, con
sus tertulias y bohemias, en esta época Estanislao Zuleta bebía hasta
quedar agotado, desde ese entonces como nunca antes se entregó al licor,
bebía cerveza y aguardiente sin parar.
En febrero de
1970 las últimas personas que lo vieron lo habían visto
eufórico, cargado de libros y ebrio, caminando hacia un pequeño
apartamento en Cali. En la más profunda soledad de la noche, le dio un
paro respiratorio, seguido de un asfixia, y luego un paro cardiaco.
Cuando lo encontraron muerto tenía a su lado un libro abierto de
Norberto Bobbio sobre los problemas del socialismo, un termo de café,
cigarrillos y la botella que no podía faltar.
*
* *
El pensamiento.
Estanislao
tiene toda la razón al decir que lo más importante en su vida fue el
pensamiento, porque tal cual fue su existencia, la elaboración más alta
del pensamiento. Yo creo, sin lugar a dudas, que el maestro más grande
que ha tenido Colombia ha sido él. El lograba comprender las ideas más
complejas del arte, la filosofía y la ciencia, y tenía la capacidad, y
la voluntad de enseñar luego, de la manera más sencilla y clara – y no
por ello restando profundidad en el análisis – todo este conocimiento, a
todas las personas habidas de saber.
Su vida
material, no fue la más organizada, según una lectura burguesa. Su
biógrafo nos cuenta que fue “terriblemente desordenado con la plata, con
los objetos; era torpe para administrase a sí mismo, pero era un
procesador de alta precisión en eso de organizar cadenas de ideas y de
imágenes. Desde luego que estaba de acuerdo con Musil, con González, con
Goethe y consigo mismo, y lo mismo dialogaba con Freud, Mann, Marx,
Nietzsche y Kafka en procura de lo posible en un mundo materialista como
el de hoy.”[19] Borracho y malgastador, pero el más lúcido y más grande
pensador que hemos tenido.
Hay un
testimonio que cita Vallejo Morillo, de una mujer llamada María Antonia
Garcés que participó en los espacios que creó Estanislao. En mi
concepto, este testimonio es la mejor definición de lo que significó
Estanislao Zuleta para el país:
“Zuleta amó la
vida apasionadamente y supo combinar los planteamientos más radicales,
los cuestionamientos más intensos con el giro ingenioso, la carcajada
libre, descomplicada… fue un intermediario, un mediador, un tentador. A
través de su amistad, de sus conferencias magistrales, de sus ensayos y
de sus libros, la inteligencia colombiana tuvo acceso a los grandes
maestros del pensamiento occidental: a las grandes obras de la
filosofía, desde Platón hasta Hegel, Marx y Freud; a las extraordinarias
producciones de la novelística europea del siglo XIX y de la narrativa
contemporánea. Como intermediario, Estanislao sirvió de enlace entre el
mundo del conocimiento y el de la vida cotidiana que se nutre de sueños y
de fracasos, de perplejidades y desengaños, fundidos en las
realizaciones más prosaicas. Como mediador, Estanislao nos inició en la
valoración del proceso, en la evaluación de la dificultad, en la
aceptación de la muerte como parte intrínseca de la vida, no como algo
externo a ella. Como tentador, nos enseñó a convertir los sueños en
proyectos y a construir esos proyectos con el afecto y la esperanza que
depositamos en un gran amor.”[20]
Su obra, que
en su mayoría fueron conferencias que luego fueron transcritas, abordan
las más variadas esferas del pensamiento. Entre las más destacadas
encontramos: Conferencias de economía política latinoamericana,
Conferencias sobre historia económica de Colombia, Lógica y crítica,
Thomas Mann, la montaña mágica y la llanura prosaica, Teoría de Freud al
final de su vida, Comentarios a "Así habló Zaratustra" de Nietzsche, El
matrimonio, la muerte y la propiedad en Tolstoi, Ensayos sobre Carlos
Marx, El pensamiento psicoanalítico, Psicoanálisis y criminología, Arte y
Filosofía, Colombia: violencia, democracia y derechos humanos, Elogio a
la dificultad, El Quijote, un nuevo sentido de la aventura, Nietzsche y
el ideal ascético…. y muchas conferencias más que no se han transcrito,
y que actualmente están custodiadas en archivos de audio en la
Universidad de Antioquia.
En fin, toda
una amplia disertación sobre las corrientes más avanzadas de la
filosofía la literatura, la historia, la política, el arte y la ciencia.
Muchos
quisieran exponer en un sólo concepto toda el pensamiento de Estanislao,
quisieran definir los alcances y limites de su
pensamiento. Pero creo que esto es un pretensión que sólo busca
respuestas, y Estanislao mostró todo lo contario, lo importante no era
encontrar las repuestas, bien definidas y publicadas para las urgencias
utilitarias de la vida burguesa. No, Estanislao Zuleta más bien, fue el
que mejor nos enseñó, que lo esencial era aprender a preguntar.
A Estanislao,
lo describe mejor esta idea, que alguna vez fue escrita pensando en
Nietzsche. Creo que se le puede aplicar perfectamente a Estanislao. “Con
el pensamiento de este filósofo no se llega a ninguna parte, no hay en
él ninguna conclusión, ningún resultado. En [Nietzsche decía Safranski,
en Estanislao hoy digo yo] encontramos solamente el propósito de
aventura, de la interminable aventura del pensamiento.”[21]
*
* *
In Memoriam de
Estanislao Zuleta: el pensamiento más alto de la vida, el más grande
maestro que ha tenido Colombia.
*
* *
[1] Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, Alianza
Editorial, Madrid, 1997, p. 85.
[2] Estanislao Zuleta, citado en: Jorge Vallejo, La
rebelión de un burgués, Editorial Norma, Bogotá, 2006, p. 266.
[3] Hace pocos días encontré en la página Web de la Revista
trimestral de cultura, Al Margen, una reseña donde se
criticaba demoledoramente la biografía de Estanislao Zuleta, La
rebelión de un burgués: http://almargenonline.com/pdfs/23/Monteche.pdf
La reseña es de un comentarista bibliográfico de apellido
Monteche, quien dice que el trabajo de Jorge Vallejo Morillo es
sumamente mediocre y lleno de imprecisiones. Yo, que tanto he amado el
género biográfico, pienso que si bien podría realizarse una biografía
más extensa, más profunda y más documentada de Estanislao Zuleta, no es
dable demeritar el trabajo de Jorge Vallejo Morillo de esta manera. Si
uno va a criticar una biografía, es porque puede hacer una mejor. Además
el texto La rebelión de un burgués es la única biografía que
tenemos de Estanislao Zuleta, y en verdad es muy buena, podría ampliarse
más, pero no por ello pierde valor. Al crítico Monteche le respondería,
que emprendiera la elaboración de una mejor biografía de Estanislao
Zuleta, porque reseñar y criticar una obra es muy fácil, lo difícil es
crear. Ojalá en el futuro, podamos conocer una biografía mas profunda de
Estanislao Zuleta, por ahora, vamos con usted señor Vallejo Morillo, ha
sido usted el primer valiente que se atrevió a biografiar a nuestro
maestro. Para los que quieran seguir este debate recomiendo leer una
reseña de esta biografía, que en mi concepto es más acertada, se trata
la de Mari
Luz Vallejo en: Signo y Pensamiento: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/860/86004914.pdf
[4] Jorge Vallejo, La rebelión de un burgués,
Editorial Norma, Bogotá, 2006, p. 53.
[5] Ibíd., p. 63.
[6] Estanislao Zuleta, citado en: Jorge Vallejo, La
rebelión de un burgués, Editorial Norma, Bogotá, 2006, p. 99.
[7] Jorge Vallejo, La rebelión de un burgués,
Editorial Norma, Bogotá, 2006, p. 119.
[8] Ibíd., p. 121.
[9] Ibíd., p. 124.
[10] Ibíd., p. 125.
[11] Ibíd., p. 137.
[12] Ibíd., p. 221.
[13] Ibíd., p. 246.
[14] Ibíd., p. 257.
[15] Ibíd., p. 134.
[16] Ibíd., p. 153.
[17] Ibíd., p. 166.
[18] Ibíd., p. 96.
[19] Ibíd., p. 142.
[20] Ibíd., p. 173.
[21] Rüdiger Safranski, Nietzsche Biografía de su
pensamiento, Tusquets Editores, 2001.
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