jueves, 13 de mayo de 2010

La Foferia

Pancho envió el articulo de Cèsar Torres Càrdenas "La Foferia" y escribió: Esta podria ser una palabra para el diccionario mosca...

Fernando contestó.
Mis queridos Pancho y todos:
No creo que este artículo de César Torres, por lo demás divertido y certero, se ajuste a las características del Diccionario. Aunque estoy lejos de dar pautas y de fijar parámetros, pienso que deberíamos hacerlo intemporal, porque no es un "Diccionario Histórico", como el que iba en el Pequeño Larousse después de las páginas rosadas de donde el doctor Alberto Lleras tomaba todas sus citas en latín, sino un "Diccionario Terminológico", en el que las figuras de carne y hueso tienen que mediatizarse. 

(Esto va también para las dos excelentes colaboraciones de Armando Orozco, que sólo por ese motivo quedaron en salmuera). Dentro de muy poco, las alimañas de nuestro zoológico desaparecerán sin remisión y por fortuna. Quienes detentan el pobre poder político, son eminentemente perecederos, sin que importe el origen de sus ideas ni de sus programas. Pondré ejemplos en un futuro inmediato, claro está. Habrá personas que figurarán en el Diccionario con nombre, apellido y señas particulares. Pero esa presencia debe obedecer a una pulsión interna, a una razón profunda y clara que ni siquiera tiene por qué expresarse en palabras. Poco a poco iremos precisando esos pormenores. No estaría en él, para poner un ejemplo cualquiera, Gilles de Rais, que fue un asesino confeso, como tampoco estaría San Luis Gonzaga, que fue bobo confeso. Entre nosotros, no estaría el Doctor Mata, asesino confeso, ni tampoco don José Manuel Marroquín, bobo confeso. Y no estarían como una medida de higiene pública, para cerrarles la puerta en las narices a nuestros Matas ad usum, dedicados a esa cosa que han dado en llamar "falsos positivos" siendo que son, simplemente, "asesinatos a sangre fría", ni nuestros Marroquines, así sean matemáticos, y tengan las ideas tan enredadas como las lenguas y las ambiciones mal disimuladas.

En fin, discúlpenme por fijar, tal vez sin proponérmelo, una guía que, espero, en muy pocos días será por completo innecesaria. Pero, por lo pronto, sigamos dentro de lo nuestro. El Diccionario exige una buena dosis de indiferencia y anonimato, porque no tendrá autor conocido. (Volvamos al mismo ejemplo: ¿aceptaría César Torres que su texto figurara sin su firma?). Por lo pronto, sabemos entre nosotros que soy yo quien ha escrito los pocos textos que hasta el momento forman parte del Diccionario, pero en el futuro ese fastidioso "yo" desaparecerá, para dar paso al sencillo "nosotros" colectivo. Todos seremos los escribidores. Quienes nos ayuden, recibirán, tal vez, una mención en alguna de las páginas impresas que se lleguen a editar, aunque eso está por verse. E irán en pie de igualdad el Fulano de Tal que escribió 350 definiciones, con el Mengano de Tal que escribió sólo una. Así se hace la democracia. Nadie va a recibir un libro que diga "Fernando Garavito - Diccionario Mosca"... Nada de eso. El autor está llamado a desaparecer. De pronto hago una referencia a eso, precisamente: a la extinción del "Autor". Pero, por ahora, me voy a dormir porque estoy cansado.Abrazos.

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La fofería
Cèsar Torres Càrdenas.

No me molesta ni critíco la celulítis que poco a poco gana la batalla en ciertos cuerpos. Tampoco hablo mal de esas grasas que hacen mas redonda la ex-cintura, ni de las carnes colgantes en los antebrazos. Debe ser porque desde que tengo uso de razón he sido gordo, gordito dicen quienes pretenden consolarme. Me gusto gordo, y hasta fofo me gusto. Algunas novias llegaron a pensar que mis fofos eran una especie de muestra inicial de lo que sería mi ternura. Me parece que están equivocadas. Pero no es el caso sobre el cual escribo. Solo me uso como ejemplo de lo que es ser gordo y fofo. Y, para empezar, me declaro uno de ellos: soy un gordo fofo. No tengo nada contra mi, ni contra mi condición. Y no soy lo que se diría un militante anti-gordo o anti-fofo.

Pero lo que me causa molestia es la fofería de algunos políticos y la de algunos columnistas políticos. Los han visto, los han leído?. No es la bellaquería de Ernesto Yamhure de quien todos sabemos su simpatía por los hornos crematorios que usaron los paramilitares en Norte de Santander y en Antioquia. No es la pobreza intelectual de Jose Obdulio, en cuyos escritos uno percibe el deseo de ocultar su tanta ignorancia, pero resulta casi ufanándose de ella. Tampoco me refiero a tontería solemne de Londoño Hoyos. Mas bien pienso en María Isabel Rueda o Jorge Gómez Pinilla. 

Ella dijo que el Ministro Valencia Cossio, epítome del clientelismo, es un estadísta. Y afirmó que Sántos, vago impenitente, era un candidato que había triunfado en todos los puestos que ha tenido. Del primero olvidó decir las tramoyas, malos manejos y arreglos bajo cuerda que hizo en su intento de sacar adelante el referendo re-eleccionsta, y pasó por alto contarnos que ha sido empleado de cuanto gobierno ha habido. Del segundo, de Juan Manuel, ocultó el rastro de miseria y sangre que ha dejado en cuanto puesto ha tenido. Ni una palabra, por ejemplo,  acerca de los  asesinatos que cometieron hombres bajo su mando. Ni una palabra de las violaciones a los mandatos del derecho internacional humanitario. 

La mentira, el engaño, el ocultamiento que ella hace, no constituye delito de lesa fofería. No. Lo que resulta fofo es su argumento  y su estilito. Siempre sin músculo, siempre sin fuerza, puro bulto. Pura masa informe. Siempre hablando sin pruebas, escribiendo contra la verdad sólo porque el medio que le paga es de propiedad de aquellos a quienes ella favorece con sus palabras sin gracia y sin fuerza. Sus escritos, como mis muslos, no sostienen nada pero parecen rellenitos    
              
Gómez Pinilla, por su parte, fue un botafuegos contra Carlos Gaviria en la consulta interna del Polo Democrático. Mintió sin pudor acerca del viejo ex-magistrado. Puso en duda sus calidades éticas y lo fustigó porque supuestamente había violado los acuerdos internos de ese partido. Azuzó a votar por Petro porque, según este periodista, Petro era la renovación del partido de la izquierda, porque Petro era una ruptura con la tradición izquierdizante. Y Petro ganó la consulta. Entonces, con el argumento mas fofo de la historia universal de la fofería política, Gómez Pinilla dio el salto y se vistió de verde...como todos los sapos que en el mundo han sido.

Pero cambiar de partido no lo gradúa a uno de fofo. Faltaba mas!!!. Lo que lo hace un fofo abominable son sus argumentos: hay que votar por Mockus hoy, según Gómez Pinilla, porque él va subiendo en las encuestas. Porque mas tarde se puede hacer una alianza entre ellos y los amarillo-polito de Petro. O sea....nada. ...no hay argumento, no hay análisis. Otra vez, puro bulto, puras palabras machacadas y hechas bolita de grasa.  Sus pretendidos análisis políticos, como la llanta de cebo que sobresale por encima de mi cinturón, son de público conocimiento porque no sirven para nada. Por eso le publican,: por inofensivo, por carente de fuerza, por referirse a los temas sin carácter ni donaire. Por fofo.

Pero estos dos plumíferos son gente de poca monta. Fofitos, digamos, si se les compara con los pesos pesados de la fofería. Qué tal, por ejemplo, la de Mockus? Eso si es fofar en serio!!!!. Un candidato sin programa, sin partido, sin propuestas, hasta sin palabras. Un hombre que no ha presentado un solo análisis de al realidad Nacional. Un tipo que no ha dicho nada, ni una sola palabra, ante los crímenes o ante la miseria que nos acogota. Ese señor queire ser presidente porque no se roba la plata....habrá se visto? 

En un  país ahogado en corrupción, lleno de víctimas que parquean su dolor y su hambre en los semaforos, en un país en el que el mas reciente presidente ha cometido, impulsado y ocultado crimenes...en ese país, este fofo de orígen Lituano, guarda silencio mientras aspira a ser presidente. Como como el pellejo colgante que adorna mi cuello, Antanas no entiende nada, no dice nada, no sirve para nada. Antanas, político fofo, es mera cantidad y volumen.

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