
Fernando contesta: "Firmaría mil veces el artículo de Alfredo Molano. Con una diferencia: que el país que quisimos no está muerto. Vamos a encontrarlo, a rescatarlo, a imponerlo. Esa es nuestra tarea."
Manuel R responde: De acuerdo, Fernando. Después de unos días de trabajar con comunidades, de tomar alguna distancia, de mirar otros procesos y lo que avanza de amenaza contra los pueblos, pienso de nuevo en las elecciones
y concluyo que estas reflejan lo que ya sucedió en la práctica, en la realidad. Son un espejo duro y cruel de unas derrotas previas. Confiar, establecer relaciones sinceras, no tolerar esta indiferencia y dejar de ejercer el repudio al sufrimiento ajeno, no asumir la soledad como inevitable y sentirnos capaces y requeridos a responder éticamente por la dignidad y la vida y no coyunturalmente por un tamal o un cálculo, son reclamos duros y lejanos. Se abre un mosquero, no hay duda, pero lo que llevó a la catástrofe electoral y a su explotación por la derecha, hay que reconocerlo. Entre otras, que Antanas no surge de la nada, que no es un fenómeno, que con todos los votos de Peñalosa, de Lucho y los suyos de siempre, consiguió los mismos de siempre. Que lo presentan como un avance y no lo es, ni aporta nada nuevo. Que los indígenas tienen que mirarse al espejo y no hay señas de esto (me refireo a los partidos y organizaciones) y que la derecha se prepara en el continente para aplastar sin misericordia y, nosotros nos preparamos para decirnos verdades y compartir? El mosquero si.
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