“..toda clasificación parte de mí, a ella la tiene sin cuidado
ser mosca u hombre o elefante,
en su fuero íntimo le importará poco que ella sea hombre y yo mosca,…”
ser mosca u hombre o elefante,
en su fuero íntimo le importará poco que ella sea hombre y yo mosca,…”
(Ejercicios de Soledad – Fernando Garavito)
Libro de Solidaridad y Condolencias
Amigos y amigas Polo Mosca
Este dia de lluvia, aqui en los llanos orientalmes, nos hemos levantado con la noticia de la muerte de Fernando Garavito, muchos sentimientos se cruzan en estos momentos, frustaracion, sueños rotos, dolor por que los planes elaborados hace algunos meses atras se ven un poco trunados pero no rotos.
Ese proytecto de Polo Mosca que se encarno en la persona de Fernando Garavito, es una luz de esperanza para los colombianos y colombianas en el exterior, hoy la muerte accidental pone el reto de seguir y continuar contruyendo un proyecto politico coherente, honesto y fiel a los principios de una izquierda verdadera y atenta al sufrimiento de los pobres y los excluidos.
Fernando no ha muerto, debe seguir presente en el proyecto Polo mosca, debe serguir presente en la construccion d propuestas de paz, para el pueblo colombiano, de propuestas de dignidad pra los miles de exiliados colombianos.
La tarea debe continuar,recoger las baderas y seguir, el dolor no debe dar la fuerza para llevar adelante el ideario construido.
con profundo dolor y solidaridad
Del Polo Libertario:
Del Comite Viena del PDA:
El Polo Mosca seguirá con fuerza en la lucha por la dignidad de la política dentro y fuera del Polo.
Sus escritos no pasarán:
"hay que crear una conciencia política en libertad. colombia vive
oprimida por los dogmas, por el miedo, por las ideas fijas, y ahora, por el pobre lenguaje de un discurso político degradado que sólo le habla a quienes no pueden pensar"
Fernado Garavito
http://networkedblogs.com/9niwp?a=share&ref=nf
a quienes conocimos a Fernado, no nos queda, sino la inmensa tristeza y una rabia profunda de su muerte. no dudaría un instante en pensar que esas fuerzas infernales del uribismo (que son expertas en maldad, destrucción y muerte) por algún ...medio le hubieran hecho ingerir algún veneno maligno para quitárselo de encima y dejarnos huérfanos del papá mosca.
Si matan a una mosca, ella se reproducirá por millones y serán esos millones, los que pensarán y sacarán a nuestra colombia de esa putrefacción en que se encuentra.
Gracias mónica por tu genial artículo.
Gracias fernando por todo lo que hiciste en bien de la democracia, por poner a pensar a tanta gente.
Gracias manuela por ser esa hija tan especial con esta mosca valiente que todavía vuela y flota en el ambiente de una sociedad que necesita libertad y justicia.
Y gracias a todo este movimiento mosca que vuela por el mundo buscándo paz y justicia social en un país que todavía no ha podido aprender a pensar con cabeza propia.
Desde viena con inmensa triteza!!
Aldemar Llano Alvarez
Coordinador Comite Viena PDA Austria
De Marina (Polosur):
EN ALGÚN LUGAR SOBRE EL ARCOÍRIS
MUY ALTO
Y LOS SUEÑOS QUE HAS SOÑADO
ALGUNA VEZ EN UNA CANCIÓN DE CUNA
EN ALGÚN LUGAR SOBRE EL ARCOÍRIS
PÁJAROS AZULES VUELAN
Y LOS SUEÑOS QUE HAS SOÑADO
LOS SUEÑOS DE VERDAD SE VUELVEN REALIDAD
ALGÚN DÍA DESEARÉ EN UNA ESTRELLA
DESPERTAR DONDE LAS NUBES ESTÁN LEJOS DEBAJO DE MÍ
DONDE LOS PROBLEMAS SE DERRITEN COMO GOTAS DE LIMÓN
MUY ARRIBA DE LAS CHIMENEAS ES AHÍ DONDE ME ENCONTRARÁS
EN ALGÚN LUGAR SOBRE EL ARCOÍRIS PÁJAROS AZULES VUELAN
Y LOS SUEÑOS A LOS QUE TE ATREVES, ¿OH POR QUÉ, OH POR QUÉ NO PUEDO?
BUENO, VEO ÁRBOLES DE VERDE Y
ROSAS ROJAS TAMBIÉN
LAS VERÉ FLORECER PARA TI Y PARA MÍ
Y PIENSO PARA MÍ MISMO
QUÉ MUNDO TAN MARAVILLOSO
BUENO, VEO CIELOS DE AZUL Y VEO NUBES DE BLANCO
Y LA BRILLANTEZ DEL DÍA
ME GUSTA LO OSCURO Y PIENSO PARA MÍ MISMO
QUÉ MUNDO TAN MARAVILLOSO
LOS COLORES DEL ARCOÍRIS TAN BONITOS EN EL CIELO
ESTÁN TAMBIÉN EN LAS CARAS DE LA GENTE QUE VA PASANDO
VEO AMIGOS DÁNDOSE LA MANO
DICIENDO: “¿CÓMO ESTÁS?”
ESTÁN EN VERDAD DICIENDO: “YO… YO TE AMO”
ESCUCHO BEBÉS LLORAR Y LOS VEO CRECER
APRENDERÁN MUCHO MÁS DE LO QUE
NOSOTROS SABEMOS
Y PIENSO PARA MÍ MISMO
QUÉ MUNDO TAN MARAVILLOSO
ALGÚN DÍA DESEARÉ SOBRE UNA ESTRELLA
DESPERTAR DONDE LAS NUBES ESTÁN LEJOS DEBAJO DE MÍ
DONDE LOS PROBLEMAS SE DERRITEN COMO GOTAS DE LIMÓN
MUY ARRIBA DE LAS CHIMENEAS ES AHÍ DONDE ME ENCONTRARÁS
EN ALGÚN LUGAR SOBRE EL ARCOÍRIS RUMBO ARRIBA
Y LOS SUEÑOS A LO QUE TE ATREVES, ¿OH POR QUÉ, OH POR QUÉ NO PUEDO?
Desde el Blog Cantaclaro:
Ejercicios de soledad
Fernando Garavito
http://cantaclaro.blogspot.com/
Estamos solos la mosca y yo
en esta tarde de sábado.
No intento sorprenderla como ella,
que surge sin saber cómo
mientras levanto la vista del libro donde leo
de atardeceres y congojas.
Lo más admirable de la mosca no es su vuelo geométrico
ni su lenguaje de figuras,
sino esa suerte echada que la distingue
y que la obliga a aceptar el destino
de haber llegado a morir a este sitio sin boñigas,
donde el único horizonte posible es la almohada.
Es evidentemente joven la mosca,
de pequeño tamaño, silenciosa, casi aséptica,
ni siquiera con el deseo de encontrar una borona,
un compañero,
con el que pueda hablar de sus preocupaciones de mosca
-que yo ignoro-,
de viajes al basurero y a los desperdicios,
que ella haría con actitud deportiva en caso de no haberse
extraviado aquí
lejos de sus hermanas.
Sé bien que las moscas no son acariciables
menos con el pensamiento,
de suerte que me acostumbro a pensar en ella
como un hecho súbito que surge y desaparece,
para nada necesitada de mí o de mi creencia,
satisfecha consigo misma en sus esguinces y rincones.
Esta mosca es lo menos mosca que haya conocido,
pero ella debe saberse mosca para ser tan encantadoramente solitaria:
toda clasificación parte de mí, a ella la tiene sin cuidado
ser mosca u hombre o elefante,
en su fuero íntimo le importará poco que ella sea hombre y yo mosca,
y no se extrañará de no verme volar
cuando compruebe que llevo mis dos patas a la cabeza
y la sacudo para que produzca palabras y pensamientos,
o cuando suene el teléfono trayéndome tus noticias
o cuando me siento descuidadamente cerca del periódico,
mientras le ayudo a que aparezca muerta y ya. Como yo, como todos.
De Acin:
FERNANDO GARAVITO - Periodista colombiano
Escucha una entrevista que le realizó el equipo de Radio Nizkor en el año 2004
El siguiente texto inédito, Fernando Garavito lo donó al Tejido de Comunicación para que lo publique en la revista "Carpintero". En su momento no se publicó porque el contexto de la revista era más político y no se articulaba con la sensibilidad de las palabras de Fernando. Hoy, al enterarnos de su muerte, damos a conocer su contenido como un homenaje a un maestro del periodismo que deja una huella imborrable entre quienes comunicamos para proteger y defender la vida.
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Este es El Río. Lo escribí en un momento abismal, como el que todos vivimos cada día. Espero que encuentre en el Carpintero un buen hogar, y en sus lectores una sucesión de mentes claras que lo entiendan.
Un abrazo,
Fernando
EL RÍO
por Fernando Garavito
Cualquier día el río salió de las manos de Dios.
Antes no existían las llanuras ni las montañas,
y no había riberas ni vertientes,
ni pequeños valles para que las aguas descansaran de su agitado ir y venir,
ni precipicios para que cayeran en un abismo sin fondo.
Entonces el río comenzó a ir a ciegas
y a tropezar una vez y mil veces,
a enredarse en sus propias aguas y corrientes
y a avanzar por un camino sin retorno.
Era la época en que las cosas apenas comenzaban
y había ter! remotos y volcanes
y los continentes navegaban por las aguas del mar
como barcos abiertos con todas las velas desplegadas.
En medio de ese cataclismo
el río llegó a todas las regiones, se cobijó bajo todos los cielos,
fue él mismo bajo las aguas del mar
y él mismo al subir a las cumbres nevadas
a tratar de ser eterno bajo la mirada del sol.
Fue entonces cuando nacieron los hombres
que aprendieron a ir hasta sus orillas
a cumplir oficios tan sencillos como descansar o jugar a la pelota,
o inventarse lenguajes para poder hablar.
Junto a él crecieron palabras transparentes como la palabra agua,
o términos para soñar, como la palabra vuelo y la palabra camino,
y también la palabra muerte que es el vuelo que no termina jamás.
Poco a poco los hombres aprendieron a entrar en el río, a atravesarlo,
algunos se aventuraron a i! r un poco más allá de la primera curva,
muchos se hirieron con las piedras del fondo
o hundieron los pies en las arenas o sintieron entre las piernas
la caricia estremecedora de las anguilas
o se dejaron llevar por la corriente hasta los remolinos,
donde terminaron por ahogarse
asombrados ante la fuerza misteriosa del conocer y el conocerse.
Así, el río fue la sed y fue el agua para saciarla,
fue el viaje y el hecho de embarcarse,
y la nave y el viento para correr entre las velas.
Cierta vez uno de ellos quiso ir hasta el límite.
Iba con la mirada que tienen los iluminados,
el cayado y la brújula y un zurrón para llevar los alimentos
y una honda para cazar y para defenderse del peligro.
“Ya volveré”, les dijo a los demás, “cuando sepa qué existe más allá del allá,
cuando vea con mis propios ojos qué esconden los meandros,
y compruebe cómo l! as lianas dejan caer su línea dorada desde las copas de los árboles,
para que en ellas las mariposas encuentren la forma de ser aéreas en su universo de colores.”
Entonces comenzó a pasar el tiempo hasta que todos lo olvidaron.
De vez en cuando alguien tenía sobre él una memoria trémula,
que no lograba precisar ni el por qué ni el para qué de un viaje,
que en el oficio de los términos alguien llamó odisea,
palabra que, tal vez, quiera decir viaje en el laberinto.
Pasaron trescientos años, quizás uno más, uno menos,
hasta que cierto día un hombre quiso entrar a una casa que no era su casa.
En la mirada tenía la visión de las aguas profundas,
y su barba estaba poblada de ramas secas y de arbustos,
las orejas le habían crecido para oír los sonidos del mundo,
y sus palabras dec&! iacute;an cosas olvidadas por todos,
como catalejo o astrolabio o rosa de los vientos.
“Soy el que fui”, dijo el hombre ante los ojos asombrados
de quienes recordaban haber oído hablar de él, como una leyenda,
que venía desde el tiempo de los abuelos de los abuelos de sus padres.
“No alcancé a llegar hasta el fin del mundo que es el sitio donde termina el río,
pero en él conocí el fuego misterioso que abriga el corazón de la mujer,
y fue en ese corazón donde me sumergí en un misterio infinito;
estuve, también, con los cíclopes y con los unicornios;
en la tribu de los reducidores de cabezas
me senté al pie del estrado donde escriben los autores de dogmas y de doctrinas,
y allí comprobé que sus palabras provocan cambios en el curso del río,
que se ve obligado a buscar senderos donde el aire no esté contaminado,
y vertientes donde no haya espeji! smos.”
“He acumulado en mí –dijo el hombre– el conocimiento del mundo.
Debo escribirlo para que quienes vengan después no pierdan esa memoria.
Tal vez me demore doscientos años o más en terminarla,
pero en ella estará todo lo que es necesario saber,
desde la existencia de Dios, al que llamaré con todos los nombres conocidos,
hasta los elementos, y las leyes de la física y de la botánica.
Comprobaré que la Tierra es plana y que está en el centro de la creación,
que el hombre es a su vez el centro de ese centro, y que su conciencia
es la que impulsa lo creado y lo que aún está por crearse;
describiré los animales, las categorías de los ángeles, los círculos del infierno;
precisaré las leyes naturales y me extenderé sobre el trivium y el quadrivium,
diré! qué es verdad y, al hacerlo, le pondré fin a los cismas y a los sofismas,
cualquiera tendrá sobre su mesa el río que recorrí palmo a palmo,
al abrir sus páginas encontrará las selvas y las estrellas
y oirá los vientos huracanados y las tempestades que se levantan en el centro del mar.”
El hombre selló sus labios y se dedicó a su tarea.
En un comienzo todos veían la lucecita de su habitación encendida hasta la madrugada,
pero poco a poco fueron olvidándolo mientras cada cual se dedicaba a sus asuntos,
los campesinos a sembrar el trigo y a cosechar el milagro del pan en la cocina,
los herreros a forjar las coronas del rey y las herraduras de las bestias,
la muerte a distribuir las epidemias y a ahondar en el dolor y la miseria.
Mucho tiempo después (como esta es una historia antigua
ya nadie recuerda las fechas ni las anécdotas),
un muchacho quiso atravesar el pueblo acort! ando camino por las habitaciones.
Al abrir esa puerta que nadie tocaba desde años inmemoriales,
una bocanada de aire fresco lo golpeó de lleno en el rostro y el pecho.
Allí estaba el hombre, recostado sobre su mesa,
y en el libro que tenía abierto ante sí se alcanzaba a leer la palabra “umbral”
escrita con caligrafía minuciosa. El muchacho llamó a los vecinos:
“vengan”, “vengan”, gritó a voz en cuello mientras del libro
salían las guacamayas de colores que sólo se conocen en los mares del sur,
salían Islandia y el Taj Mahal y la Tierra del Fuego,
y un conejo vestido de etiqueta consultando su reloj de bolsillo,
aparte de un globo aerostático y Louis Pasteur junto a su microscopio,
y la Muralla China aplastada por la solemnidad de los emperadores,
y el Réquiem escrito para sí mismo! por un hombre joven que murió de fiebres reumáticas,
y la ballena blanca perseguida por un marino hundido en la demencia…
Después, cuando volvió la calma,
cuando cada una de las cosas hubo tomado su rumbo cierto y distinto
hacia el sitio que llegarían a ocupar en la memoria de los hombres,
surgió del libro una última figura. Era leve
y venía envuelta en la armonía de sus movimientos,
que salían de su fuerza interior, de su serena mirada profunda.
Ella era la brisa que detiene el curso de las tempestades,
la encrucijada que señala el mejor de los caminos posibles,
en sus brazos nacían los vientos alisios,
y su sonrisa era un rayo de sol sobre un magnolio cubierto de rocío.
“El conocimiento es infinito”, dijo con una voz tranquila,
que se oyó como el agua que fluye en los arroyos de los campos.
“Cada uno de nosotros lo seguirá como se sigue la ! corriente de un río que se bifurca.
Todos bajarán hasta su orilla, pero no todos se hundirán en sus aguas,
algunos lo remontarán con dificultad, pero los más irán corriente abajo,
sin que ninguno encuentre jamás su nacimiento o su desembocadura,
algunos avanzarán más que otros, algunos se sentarán en una piedra a contemplar el infinito,
otros sufrirán la desazón de quien sabe qué debe hacer pero no sabe cómo hacerlo.
Pasarán muchos siglos pero algún día llegará el tiempo
en que el hombre encontrará la mejor manera de enfrentar sus desafíos,
y habrá algunos que sabrán cómo ayudar a los demás a seguir su camino…”
Cuando su figura comenzó a esfumarse en el aire,
aquel que la amó por el sólo hecho de verla, quiso saber quién era,
y ella, con una voz que se perdió en el tiempo, alcanzó a contestarle:
“Me llamo Priscilla Welton. Fui maestra.”
De Mauricio:
ELEGÍA A DON JUAN MOSCA
Al escritor y poeta colombiano, Fernando Garavito (q.e.p.d.)
Cantor fuiste y serás pájaro libre
tu voz jamás cautiva se alzará
por encima de la ruina espiritual
que campea sin freno en nuestra tierra
tan lejana de tus últimos pasos
donde te lanzaron los esbirros del Imperio
allá en el desierto de Texas
Tu portentosa y tierna voz reposará
allí donde merece
en los espíritus amorosos que acogieron
tu rebelde canción de paz
encarnada en tu verbo que gritaba
y a la vez acariciaba
con dulce acento de humanidad
Tus hermanos tus amigos tus moscas y moscardones
compañeros en el último tramo de tu vida
siempre escucharemos en nuestros silencios
la sabia y recia voz que bordó para nosotros
y para todos los que quisieron escuchar
el furioso canto de libertad
y de amor sin pausa que brindabas
Porque vos simbolizarás
en nosotros la persistente búsqueda
de la verdad de la justicia de la reparación
atravesada de rigor ético y honestidad
en el camino que nos unió
y así seremos también un poco de vos
en cada paso en cada esfuerzo en cada aliento
Estarás sin duda en la mañana victoriosa
en nuestra canción en nuestro sueño
entonando los nuevos cantos del Hombre Nuevo
y entonces otra vez serás nosotros
en la palabra sin mordaza que forjabas
para fundar la auténtica patria libre que soñaste
Don Juan Mosca Maestro Compañero
De Jorge Enrique Robledo
Fernando Garavito, un luchador por la democracia
Jorge Enrique Robledo, Bogotá, 28 de octubre de 2010
Los polistas estamos hoy de luto ante el trágico fallecimiento de Fernando Garavito, muerto esta mañana en un accidente de tránsito en Nuevo México, Estados Unidos. Colombia ha perdido a un valeroso luchador por la democracia.
Fernando Garavito fue en las últimas elecciones el candidato del Polo Democrático Alternativo a la Cámara de Representantes por la circunscripción del exterior, en una lista a la que di mi pleno respaldo, con la convicción de que nuestro Partido tendría en él a un digno vocero.
Colombia queda en deuda con Fernando Garavito. Es bien sabido que por su oposición al gobierno no solo fue excluido de un conocido diario de circulación nacional, sino también obligado a exiliarse tras recibir amenazas de muerte. Aun así, no desmayó un solo día en la defensa de la verdad, causa como ninguna otra que le da pleno valor a su existencia.
Los militantes del Polo Democrático Alternativo nos comprometemos a seguir en la brega con las mismas banderas que enarboló Fernando Garavito, a quien honramos como ejemplo de consecuencia y valentía.
De Paul-Emile Dupret
Querid@s amig@s del grupo Mosca
Familiares de Fernando Garavito
Con enorme dolor hemos conocido la terrible noticia de la muerte de Fernando. La perdida de Fernando nos ha golpeado tan sorpresivamente esta semana, deja'ndonos un enorme vacio, por no poder beneficiarnos ya de su lucidez, de su impulso, de su de su alegria, de su ejemplo de lealtad, de rectitud, de altura, de fraternidad y solidaridad que son valores tan necesarios en la vida social y politica.
Con él hemos perdido un gran luchador por la libertad, por la felicidad de todos, por la cultura, por la justicia social, por la defensa del medio ambiente.
Afortunadamente, todos estos valores, el ha tenido la generosidad y la inteligencia de difundirlos ampliamente alrededor suyo, y por eso siguen presentes en muchos y muchas, en todos y todas aquellas que tuvieron la suerte de poder leerlo, escucharlo o aun acercarse a él, como fue nuestro caso cuando vino a Bruselas hace algunos meses.
Les expreso toda mi solidaridad y a él toda mi admiracion y toda mi gratitud.
Muy fraternalmente,
Paul-Emile Dupret
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