domingo, 30 de mayo de 2010

Gabriel García Márquez

Teresa envió la noticia del apoyo a Gustavo Petro de Gabriel García Márquez.

Fernando y Bernardo opinaron.

Fernando: Esta noticia fue desmentida por el secretario del escritor... afortunadamente. La posición política de García Márquez ha sido ambigua. Y, desde el punto de vista ético, alguien como él no puede darse el lujo de tener ninguna ambigüedad.

Es necesario separar su indudable gloria literaria, de su actitud en el mundo corriente de los seres humanos. En este último, ha sido amigo del proceso revolucionario en Cuba, es verdad, pero esa amistad se ha acomodado poco a poco al hecho de pertenecer a una élite intelectual (de la que participan Mockus y su grupo), que utiliza su preeminencia para convivir con nuestra criminal élite económica, y con la más corrupta de nuestras élites políticas.

Del García Márquez que fundó "Alternativa" y estuvo cerca de la izquierda latinoamericana, no queda sino el recuerdo. Él borró con el codo lo que alguna vez escribió con la mano. Siguiendo su derrotero cronológico de última hora, formó parte de los golpistas económicos que quisieron derrocar a Samper (sobre este hecho, en el que los Santos fueron socios de Castaño y Mancuso, no se ha dado el debate necesario), en el oscuro período de Mauricio Vargas pretendió manipular la información a través de la revista "Cambio", apoyó las políticas represivas cuando, en su lánguido final, el gobierno de Pastrana dio por terminadas las conversaciones de paz con las FARC, actuó como una sombra tutelar en la primera elección de Uribe, y lo aplaudió en Puebla, cuando el narcotraficante y paramilitar que decía gobernar al país en ese momento, echó por tierra cualquier posible acuerdo con el ELN... en fin, lo que logró como el gran escritor que es, lo irrespetó como el pequeño político que no pudo llegar a ser.

El apoyo de García Márquez es negativo para cualquier proceso democrático. Él queda mejor ubicado en la candidatura de Vargas Lleras, o en la de Santos, donde se ataca a Venezuela, se defienden los tratados de libre comercio, y se apoyan las bases militares norteamericanas.

No nos equivoquemos: García Márquez vive en dos universos diferentes. Y en ellos, una cosa es seguir el maravilloso derrotero del Bolívar que baja hacia Santa Marta donde encontrará la muerte, y otra muy distinta dejarse llevar del cabestro por el pedregoso camino de sus opiniones políticas.

Bernardo:
A Gabo le ha pasado algo similar a lo que paso con Gorki en su momento: que mientras literariamente son talentos excepcionales y su obra motivo de orgullo para sus respectivas patrias, sus posiciones politicas son susceptibles de ser cuestionadas. Pero de ahi a afirmar que "afortunadamente" no es cierto que Gabo vaya a votar por Petro, me parece desafortunado. En los ultimos dias ha habido un repunte de la candidatura de Petro que obedece en buena parte al hecho que muchos colombianos entendieron a traves de las propias declaraciones de Mockus que Antanas no representa una opcion en esencia diferente a la del Uribismo. En mi humilde opinion, ojala Gabo estuviera entre los miles de compatriotas que han entendido que el voto por Petro representa un firme rechazo al continuismo de las politicas uribistas y un paso adelante por la transformacion radical que necesita Colombia. Lo importante de esta campana electoral cuya primera fase termina manana domingo es precisamente que quienes estamos con el candidato del PDA, ganemos para las ideas contenidas en el ideario de unidad del Polo a la inmensa mayoria de los colombianos, incluidos cientos de miles de los hasta hoy uribistas; incluido ojala... Gabriel Garcia Marquez.
con aprecio
Fernando:
Es posible que tenga razón. Sin embargo, ante las actitudes veleidosas de García Márquez, obro como los colombianos que alguna vez lo vimos como un faro en las tinieblas de la noche: el faro se apagó, y nosotros quedamos a la deriva. Nos costó mucho reconstruir la ruta. Lo logramos, porque nadie es imprescindible, pero guardamos un resquemor. No está bien que así sea. Sin embargo, justifico mi actitud, nuestra actitud, precisamente en la obra maravillosa e irrepetible de García Márquez. Nos dolió, me dolió, verlo de cuello y corbata participando en los actos de la rebuscada aristocracia bogotana. Hablo de gestos, tal vez insignificantes. Pero el hecho es que en García Márquez no hay nada insignificante.

De cualquier manera, en esa ficción cada vez menos cierta y más necesaria, en la que el voto de García Márquez vale igual que el mío o que el de Perico de los Palotes, bien venido ese sufragio. Es uno más, y lo que tenemos que hacer hoy es sumar lo más que podamos. Sin embargo, creo que el secretario está en lo cierto. García Márquez no ha comprometido su voto. Y no lo ha hecho, porque, de un tiempo para acá, él sólo compromete su voto con el que gana. Por eso estuvo con Uribe. La ovación (¡de pie!) que le dio en Puebla, cuando el jefe de los paramilitares le cerró a la paz la puerta en las narices, es todavía una herida profunda en el fondo de la memoria.

Esto me pone en contacto con la jornada que comienza dentro de unos minutos. Es difícil que hoy ganemos (y por eso García Márquez no estará por acá). Ya la mentira de las encuestas y el manejo perverso de los medios, dijeron otra cosa. Si queremos construir una democracia real, vamos a tener que comenzar desde los cimientos. Hoy vamos a tender uno de esos cimientos. Sea cual sea el resultado, esté o no esté García Márquez entre nosotros, nuestra tarea es la de aprovechar lo que hoy hagamos.Trabajemos en silencio y con tezón. Eso es lo que importa.
Bernardo, un saludo,

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