Me
gusta que don Felipe Zuleta
haya
puesto en su sitio a don Varito Uribe,
un
tipo sin pedales, que sufre una rabieta
continua
muy mal vista entre gente de aljibe
que se
agolpa en el Country, de elegantes salones,
como
don Juanma Santos que es de los Calderones
que
fundaron el club para gente inclusive,
gente
que se perfuma con jabón Palmolive,
que
juega golf, olorosa a la banda,
que no
es la banda que ahora mismo manda
dirigida
por don Varito que gobierna a su amaño,
y
venera la imagen de don Carlos Castaño,
sino
la banda otra, que se untan los señores
después
de la afeitada para evitar olores,
que
despidan en Soacha los falsos preservativos
que
llegan hasta el club, pues fue en su exclusivo
salón
donde idearon la oportuna misión
de
salir de los pobres y salvar la nación.
Pero
vuelvo a mi cuento que es uno muy distinto
del
que susurran todos cuando piden su tinto,
Mi
cuento es el que cuenta don Felipe Zuleta:
que
Varito es un guache, y que nadie se meta
con él
en el Club Country, donde dejó supitos
a los
que vieron que en la mesa cantaba y daba gritos,
mostraba
con los cubiertos y subía los coditos,
sin
acordarse del poema que le enseñó mamá,
misiá
Laura, la prima del Ochoa papá.
Don
Felipe defiende la elegancia del club:
nadie
sorbe la sopa, nadie sale del pub,
juegan
golf y conocen cómo llevar el frac
y
miran para otro lado cuando prueban un crack,
y
hablan perfecto inglés y respetan la ubre
de las
vacas que ponen terneros en octubre
y
encarnan sus virtudes en Santos, Juan Manuel,
que no
es el guache Uribe de poncho y de carriel.
(Este
poncho es un trapo, no es Poncho Rentería
que
tiene tres pollitos, como tiene mi tía,
uno
que le canta y otro que le pía,
y el
preferido que es el que le toca la sinfonía).
Me
parece muy bien que Felipe Zuleta
nos
recuerde quién tiene del mango la paleta:
salimos
de un grosero capataz del montón
y
caemos de lleno en manos del patrón.
Orlando
Iregui Rumazo, Pasto
N. del
E.- Así es, querido y noble poeta. Esta Oda debe formar parte, por
derecho propio, de la historia de la literatura colombiana, siempre y
cuando aclare que no habla de pedales sino de modales, que no es gente
de aljibe sino gente de alcurnia, que lo que se untan los socios del
Country no es la banda sino lavanda, que no se quedan supitos sino
súpitos, y que las vacas no son ovíparas sino vivíparas. De cualquier
manera nos asombra su coraje, cuando bautiza a los falsos positivos como
“falsos preservativos”.
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